18/11/10

Sobre la vida y sus imitaciones

- El salario o la vida.
- Lo siento, estoy tan cansada que no puedo responderte ahora, he trabajado demasiadas horas hoy. Ya sabes, fin de mes.
Así que el ladrón decidió él mismo, sin lugar a dudas, se llevaría la vida. Sonrió satisfecho por lo fácil que había resultado la operación y se fue por donde había venido, con la vida de la mujer bajo el brazo.
Sin embargo, nada más dar la vuelta a la esquina, cuando se paró a observar con más detenimiento su botín, su cara cambió bruscamente, se dio cuenta de que lo que tenía entre sus manos no se trataba de la joya que antes la mujer lucía orgullosa por todo el barrio, sino una burda baratija de bisutería, una imitación de baja calidad que hasta un ojo inexperto hubiera podido detectar fácilmente.
Se sintió estafado, ahora poseedor, ya no de una, sino de dos vidas que no valían nada.

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