16/11/10

Injusticias

Mortificarse leyendo los primeros correos, esperar con ansiedad sus noticias, no borrar sus huellas, aferrarse a una imagen que ha dejado de existir… Nunca creyó en los amores no correspondidos, hasta ahora. Son cosas que deberían de ocurrir en la adolescencia, no pasada la treintena, pensaba. No es justo. No es sano. Seguía pensando.

1 comentario:

  1. El profesor, con su viejo gabán negro y raido (muy parriano todo), les repetía, hasta la saciedad, a los alumnos, como un mal Sancho Panza, sentencias sobre la vida.

    La vida es injusta… Pagan justos por pecadores…. Sabe más el diablo por viejo que por diablo… el amor es eterno mientras dura… y otras sentencias del estilo, todo muy quevedesco, larriano.

    Los alumnos miraban incrédulo al profesor, con su viejo gabán negro y raido (muy parriano todo), y sonreían, sabiéndole un viejo amargado. Ellos que sabían que la justicia siempre triunfa, que el infierno, además de viejos amargados, está lleno de pecadores y que el amor, lógicamente, es eterno.

    Pero la última sonrisa, amarga (eso es verdad), era siempre la del profesor.

    (Relato x relato)

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