18/7/10

Así éramos en el verano del 2010




En los últimos meses me he descubierto mi primer par de canas (que he de confesar que me he arrancado furiosa) y hace menos de una semana que tras mirarme al espejo he descubierto una incipiente arruga bajo cada ojo. Ahora también mi pelo es diferente, he conseguido dejarlo crecer después de más de 9 años en los que casi había logrado olvidar su forma.

A pocos meses de cumplir los 33, de pronto, pensé en que en el futuro me gustaría saber exactamente cómo era ahora, en este momento que siempre vi tan lejano que ni tan solo creía realmente que fuera a llegar. Le pedí que me hiciera un retrato. Yo también le hice uno a él. Quería recordarnos cómo éramos en aquel verano tras todo un año de separaciones y reencuentros fugaces, de haber olvidado el nombre de las cosas (o de dejar de necesitar tener que darles un nombre), de largas horas vagando en soledad aprendiendo a mirar más atentamente a mi alrededor, pero también dentro. Todo un año para encontrarme prácticamente en el mismo punto que cuando todo esto empezó pero con cientos de experiencias y cerca de un millón de fotografías a mis espaldas –entre las que capté y las que sólo quedaron grabadas en mi memoria-, aunque también consciente de que los milagros sólo ocurren una vez en la vida y que el mío tiene una fecha de caducidad demasiado cercana.

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