24/1/09

Niebla



Después de mucho hablarlo decidieron comprarse una casa, buscaron y buscaron y finalmente dieron con ella. Era perfecta, la casa de sus sueños. Nada más verla se dieron cuenta, allí sería donde todos sus sueños se convertirían en realidad, la casa que los vería envejecer a ellos, crecer a sus hijos… sería el principal testigo del amor que se profesaban el uno al otro.
El mismo verano que la compraron, ya casi en septiembre, cuando estaban acabando de pintar la cocina y dejando listos los últimos retoques, de repente, se coló una espesa niebla por la ventana abierta, una niebla que poco a poco fue invadiendo todo. Pasaron los días y la niebla seguía allí instalada, como si ella también hubiera encontrado su morada perfecta.
Al principió les resultaba un incordio, tenían que gritarse constantemente porque nunca sabían dónde estaba el otro. Pero finalmente se acostumbraron a la niebla, a la niebla y a no verse. Se dieron por vencidos y dejaron de hablar. Incluso, de forma progresiva comenzaron a olvidarse el uno del otro.
Un mal día, cuando salía a comprar el pan las vecinas le contaron que su mujer había muerto, que el día anterior había venido la ambulancia a llevársela pero que no llegó siquiera al hospital.
Volvió a casa desconcertado, trataba de recordar, pero era incapaz, las mujeres debían de confundirle con otro, él siempre había vivido solo en esa casa, ni siquiera estaba casado.

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