7/6/10

Una vida que podría ser la mía

Hace miles de millones de años, vino por casa un amigo de mi padre, demasiado joven para ser su amigo pero demasiado mayor para gustarme. Era moreno, conducía una moto enorme y se llamaba Roberto. En cuanto me enteré de donde era, pregunté a dos de mis compañeras por mi nuevo y fugaz amor platónico. Nunca se habían fijado demasiado en él, pero casualmente, al poco tiempo, una de ellas salió con él una corta temporada.

Algunos cientos de años después me obsesioné con los pelirrojos. Quería un novio pelirrojo con un solo objetivo: tener hijos pelirrojos a montones. Mi fijación era tan grande que incluso conseguí obsesionar a mis amigas y conocidas en la búsqueda, tanto, que el único que vivía en un radio menor de 25 kilómetros de mi casa, fue el novio durante siglos enteros de mi compañera, la misma que se lió con el motorista.

Entre mis obsesiones históricas no sólo figura la de los pelirrojos, sino también la de formar parte de la plantilla de Correos de España. Al igual que los hijos pelirrojos, nunca conseguí mi objetivo. Sin embargo, supongo que ya estaréis adivinando a cuál de mis conocidas fue a la única que llamaron después de que yo misma me encargara de correr la voz entre mi gente más cercana –incluida una amiga en común que tenemos- de que abrían una convocatoria para contratar personal.

Hoy, mientras hilaba estas tres historias por primera vez en mi vida, y hablaba del reencuentro entre mi excompañera de clase y el motorista y su próxima boda, se me ocurrió pensar que quizás su vida es la vida que me hubiera tocado vivir, y sin embargo o bien yo me escapé de ella o ella de mi.

2 comentarios:

  1. jeje supongo que a partir de las vivencias de tu amiga puedes saber si lo que te perdiste fue bueno o malo :))

    ResponderEliminar