Cada dia en Dupnitsa es un pequeño regreso a la infancia, al Lugones de cuando niña.
Ayer hicimos un corto viaje a mi pasado, a las fiestas del Carbayu, a las de Santa Isabel de hace veinte años: coches de choque, algodón de azúcar, noria, casetas de tiro y manzanas de caramelo. Sólo se echaban en falta el “prao” y la orquesta.
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