13/11/09

La calle Sovietskaya

Cada vez que atravieso la calle Sovietskaya a última hora de la tarde, llueva, nieve o haga un frío paralizador, me cruzo siempre con un hombre en bicicleta. De la bolsa negra que cuelga del manillar, a todo volumen, brota invariablemente la misma canción: una que fue el colmo de la modernidad hace unos diez años, tal vez más.

Mientras pedalea, el hombre se queda unos instantes mirando fijamente a cada uno de los que caminamos por la acera. En su forma de observarnos hay algo que pretende ser seductor o parecer agresivo, aunque quizás no es más que la mirada de alguien que se sabe por encima de los demás.

Si lo que intenta es perturbarnos, en mí lo consigue.

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