20/5/10

Mi abuelo

Mi abuelo era un cascarrabias adorable, también un adicto a los trenes, como una de sus nietas. Durante muchos años mi abuela y él vivieron en ciudades diferentes de Asturias, él en la pequeña localidad donde trabajaba como secretario del juzgado y ella en la capital.

Un día, los propietarios del piso en el que vivía decidieron venderlo y muy a su pesar se mudó a Oviedo con mi abuela. Algunos años después, cuando se jubiló y se vio obligado a pasar más tiempo del deseado en aquella casa, sus viajes en tren empezaron a ser cada vez más ambiciosos y de mayor kilometraje. Muchas veces aparecía -generalmente sin previo aviso- en Burgos y pasaba temporadas en casa de alguno de sus hermanos, en Gijón o en Madrid en casa de mis tías, o en Lugones, en nuestra casa… Tras unos años de vida errante enfermó y sus hijos decidieron que ya era hora de que se estabilizara y de que mi abuela se hiciera cargo de él. Aceptaron a regañadientes pero pasaron el resto de la vida de mi abuelo bajo el mismo techo, dedicándose las palabras justas a las que les obligaba la convivencia. Durante esta época, en las épocas en las que se encontraba mejor, se iba a la estación de RENFE y se podía pasar horas enteras sentado en un banco viendo ir y venir a los viajeros. Esto parecía resultarle suficiente.

Hoy me he despertado pensando en él y no he logrado sacármelo de la cabeza en todo el día, a pesar de que la última vez que se le vio por la Estación del Norte debió de ser hace ya más de quince años.

1 comentario:

  1. ¿Te puedes creer que se me ha saltado alguna que otra lágrima leyendo este post? (He de decir que estoy en esos días en los que somos un poco más sensibles de lo normal)
    Yo era tan peque que apenas tengo recuerdos suyos...

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