19/4/10

Sobre renuncias y nomadismo

Lo primero a lo que renuncié –sin siquiera ser consciente de que se trataba de la primera de una larga y compleja lista- fue a tener cualquier tipo de animal doméstico. Luego vinieron las plantas, me harté de tener que regalarlas cada vez que me mudaba. Poco a poco, fui reduciendo hasta límites insospechables los objetos de uso cotidiano, mi equipaje se convirtió en poco más que lo puesto y una pastilla de jabón y la única compañía en los días soleados, mi sombra. He llegado a asumir que toda nueva relación tendrá una fecha de caducidad limitada, y que mantener las antiguas a veces es una tarea ardua, en la que algunos ya han caído y otros muchos caerán, sin que por mi parte haya ningún tipo de reproche.
Me pregunto cuál será la última renuncia con tal de viajar más ligera de equipaje.

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