28/5/10

Mentiras piadosas (conmigo misma)

En los últimos días me he descubierto dos veces mintiendo deliberadamente con tal de ahorrarme largas, complicadas y tediosas –para mí- explicaciones a gente que acababa de conocer.

La primera vez, sin ser del todo consciente, mezclé mi propia vida con la de un personaje de ficción extraído de mis libros de texto de inglés de E.G.B (un tal John, bibliotecario en la ciudad británica de Reading) con la finalidad de no reconocer que era incapaz de recordar el nombre del lugar donde pasé un traumático mes de julio a los 13 años. Después, la bola no hizo más que crecer y crecer.

La segunda no requirió de tanta imaginación, sólo tuve que combinar mi presente y mi pasado vital y sentimental -por ser el primero mucho más inteligible- para responder a la pregunta sobre a dónde me iba el viernes.

Quizás debería de estar arrepentida, pero he que reconocer que el efecto ha sido justamente el contrario y me estoy planteando seriamente comenzar a combinar sistemáticamente en mis relatos a desconocidos realidades –mejor sólo las increíbles- con ficciones – a ser posible verosímiles-.

25/5/10

Sobre la madurez

La edad no nos vuelve más moderados sino más hipócritas. Es una mera cuestión de supervivencia.

24/5/10

Harriet

Harriet es una gata peculiar, tiene un ojo notablemente más grande que otro (como yo) y no se deja tocar, ni tan solo por el hombre con el que convive desde más de hace diez años. Él explica su carácter arisco por haber pasado los primeros años de su vida en una granja, sin apenas contacto con gente.

Durante las dos semanas que he pasado aquí la he perseguido a menudo. Siempre que me la encuentro le hablo un poquito. Intento acercarme a ella, que coja confianza conmigo y darle un achuchón.

Hace unos días lo conseguí en un momento de debilidad, estaba demasiado adormilada como para rebelarse. Después de recibir mis caricias, no sin cierta desconfianza ni sin algún pequeño arañazo y mordisco, comenzó a restregarse por todas las esquinas, como si acabara de descubrir el maravilloso mundo de las caricias y quisiera más.

Dentro de sus limitaciones, cada día está más confiada conmigo. De vez en cuando incluso viene a mi cuarto y frota su cara contra el marco de la puerta como si añorara mi mano y no supiera cómo decírmelo. Cuando me acerco a ella, con sumo cuidado, huye despavorida, pero al cabo de un rato regresa y yo vuelvo a intentarlo muy sigilosamente, hasta que –sólo a veces- consigo tocarla. Su instinto y sus sentimientos parecen contradecirse constantemente.

Durante estos días, he descubierto una nueva similitud en los caracteres de gatos y personas. Parece ser que ambos necesitamos aprender a ser queridos, que no es algo innato, que incluso se puede llegar a olvidar.

20/5/10

Mi abuelo

Mi abuelo era un cascarrabias adorable, también un adicto a los trenes, como una de sus nietas. Durante muchos años mi abuela y él vivieron en ciudades diferentes de Asturias, él en la pequeña localidad donde trabajaba como secretario del juzgado y ella en la capital.

Un día, los propietarios del piso en el que vivía decidieron venderlo y muy a su pesar se mudó a Oviedo con mi abuela. Algunos años después, cuando se jubiló y se vio obligado a pasar más tiempo del deseado en aquella casa, sus viajes en tren empezaron a ser cada vez más ambiciosos y de mayor kilometraje. Muchas veces aparecía -generalmente sin previo aviso- en Burgos y pasaba temporadas en casa de alguno de sus hermanos, en Gijón o en Madrid en casa de mis tías, o en Lugones, en nuestra casa… Tras unos años de vida errante enfermó y sus hijos decidieron que ya era hora de que se estabilizara y de que mi abuela se hiciera cargo de él. Aceptaron a regañadientes pero pasaron el resto de la vida de mi abuelo bajo el mismo techo, dedicándose las palabras justas a las que les obligaba la convivencia. Durante esta época, en las épocas en las que se encontraba mejor, se iba a la estación de RENFE y se podía pasar horas enteras sentado en un banco viendo ir y venir a los viajeros. Esto parecía resultarle suficiente.

Hoy me he despertado pensando en él y no he logrado sacármelo de la cabeza en todo el día, a pesar de que la última vez que se le vio por la Estación del Norte debió de ser hace ya más de quince años.

13/5/10

Sobre ideologías

Quien defienda cualquier ideología incondicionalmente no puede ser otra cosa que un desinformado, un ingenuo, un idiota o un soberano hipócrita.

10/5/10

Efectos y contraefectos de la globalización cultural

Una asturiana que vive temporalmente en Belarús oye hablar por primera vez de un popular cantante nacido en Moscú -pero que residió, también temporalmente, en China y Gran Bretaña- en su manual de ruso. Su interés va en aumento cuando su compañero de clase turco le cuenta lo que ha leído sobre él en la versión en inglés de Wikipedia y su profesora (de sangre polaca, bielorrusa y rusa) lo recomienda fervientemente. Tras escuchar unas cien veces sus canciones, le habla de él a su amiga madrileña afincada en Oporto. A su vez, su amiga comparte un vídeo musical del cantante con su amante portugués. Al amante portugués le gusta pero no sabe ruso, así que decide escuchar la versión en inglés de la canción.
Finalmente, ni la residente temporal en Belarús ni el portugués plurilingüe, tras arduos intentos, son capaces de descifrar el argumento de la canción, ni en ruso ni en inglés, por la incoherencia de su contenido, pero ni ellos son capaces de sacarse el estribillo de la cabeza (él en inglés y ella en ruso) ni la madrileña afincada en Oporto de espantar las imágenes del vídeo de sus pesadillas.

Мумий Тролль - О, Рай! (para estudiantes asturianas de ruso y similares)
Mumiy Troll - "Paradise Ahead" (para amantes portugueses plurilingües y demás interesados)